Los estudios sobre la huella ecológica mundial indican que el planeta estaba en equilibrio en 1986; es decir, generaba tantos o más recursos naturales (energía, alimentos, materias primas, etc) como los que gastaba. El desarrollo social y económico de aquellos años presionó para que la situación cambiara en el sentido de consumir recursos sin pensar en el futuro, es decir, sin pensar en que habría que reponerlos para garantizar el suministro a las generaciones futuras.
La analogía que los expertos quieren ilustrar con el desarrollo de este calendario sobre el déficit ecológico queda bien clara: imaginemos una hucha en la que sacamos más monedas de las que guardamos: ¿que pasará antes o después con nuestros ahorros? Pues eso mismo es lo que está sucediendo con nuestro planeta.
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