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lunes, 29 de noviembre de 2010

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Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2007

El escritor barcelonés Jordi Sierra i Fabra ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, concedido por el Ministerio de Cultura, con esta obra publicada por Siruela que recrea un episodio real de la vida del escritor checo, un encuentro entre Kafka y una niña que llora por haber perdido su muñeca.
Sierra i Fabra ya había optado a este premio en siete u ocho ocasiones. Por este motivo y porque ha luchado siempre por los libros para niños a través de una fundación que lleva su nombre, este premio era un galardón muy ansiado, según palabras del propio escritor.
El escritor ha obtenido casi todos los premios literarios importantes en categoría infantil-juvenil, así como el Ateneo de Sevilla de novela y el Nestor Luján de novela histórica. Y ahora ha conseguido este galardón, que el Ministerio de Cultura otorga para distinguir una obra de autor español, escrita en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado y editada en España durante 2006. Una obra en la que Kafka se convierte en el cartero ficticio de una muñeca, para hacer creíble lo que el autor le contó a una niña que había perdido su muñeca.


Un año antes de su muerte, Franz Kafka vivió una experiencia muy insólita. Paseando por el parque Steglitz, en Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada: había perdido su muñeca. Para calmar a la pequeña, el autor de La metamorfosis se inventó una peculiar historia: la muñeca no se había perdido, se había ido de viaje, y él, convertido en cartero de muñecas, tenía una carta que le llevaría al día siguiente al parque. Aquella noche Franz escribió la primera de las muchas cartas que, durante tres semanas, entregó a la niña puntualmente, narrando las peripecias de la extraordinaria muñeca desde todos los rincones del mundo. Según cuenta Dora Dymant, su compañera en aquellos días, el estado febril con el que Kafka escribía esas cartas era comparable al de cualquiera de sus inmortales obras. Éste es el relato de aquella experiencia, en la que Franz Kafka fue un mago de la palabra para una niña desconocida de la que jamás volvió a saberse nada, como tampoco de aquellas cartas que constituyen uno de los misterios más hermosos de la narrativa del siglo XX

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