Erase una vez dos niños; la princesa Dña. Jimena y el trovador Agustín. Los niños era muy amigos pero los padres no les dejaban estar juntos, y no porque eran diferentes, si no porque cada vez que estaban juntos sucedía una catástrofe. Una vez se pusieron a jugar con kilotones e hicieron estallar el granero desde entonces tienen que hacer novilladas para verse.
La madre de Jimena siempre le decía:-¡Jimena! no quiero que vuelvas a jugar con Agustín, ni con zutano o mengano, es decir con nadie que no pertenezca a la realeza.
A demás la madre siempre le endosaba la culpa a Agustín, nunca la prorrateaba.
Al final los padres de Jimena decidieron separarlos, y Agustín para despedirse le pidió un beso, pero la madre lo impidió diciendo:
-¡Como osas pedirle un beso a una princesa!
Pero los niños siguieron comunicándose, enviándose cartas empapadas en sosa que solo se podían leer a la llama del fuego.
Al cabo de unos años Agustín consiguió que Jimena le diera "el beso".
Lucia Isla
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